¿Cómo hacer de Montevideo una ‘ciudad del futuro’?
agosto 2, 2023
Hasta hace un par de décadas, pensar en la ciudad del futuro remitía a la imagen de autos voladores, robots barriendo las calles y una imaginería heredada de las películas de ciencia ficción o de la popular serie infantil Los Supersónicos. Para ese entonces, el futuro era hoy, y ahora el desafío consiste en pensar, concretar y gestionar la ciudad del mañana con criterios de sostenibilidad a largo plazo. Construcción conversó al respecto con la Arq. Gabriela Pallares, investigadora de tendencias y urbanismo.
Por Jorge Costigliolo
¿Cómo hacer de Montevideo una ‘ciudad del futuro’? La arquitecta Gabriela Pallares, investigadora de tendencias y temas de posicionamiento y gestión de ciudades, viene dedicando sus esfuerzos a promover la discusión sobre el tema y a vincular el concepto de smart city con las realidades locales, poniendo énfasis en la educación y la optimización de recursos. Para ello la tecnología se convierte en una herramienta, aunque no es la única.
“Hoy”, dice Pallares, “la gestión urbana usa metadatos, tecnología de mapeos; en un minuto podés ver dónde está la concentración de uso de POS, dónde levantan más pasaje los ómnibus, cómo y cuándo circula el tránsito, un montón de herramientas que después sirven para ver dónde se instala un negocio, cómo se hace el diseño vial. Eso va hilvanado con el place branding: cómo las ciudades se posicionan y se diferencian en un escenario global, ya sea para recibir inversiones, turismo, ser ciudades para quedarse y no estar de paso”. Para Pallares, entonces, un paso primordial es identificar qué ciudad se quiere tener y, en función de ello, aplicar la inteligencia para conseguirlo.
A través de Ministerio de Diseño (un blog que nació hace diez años y se transformó en una página web y una empresa de diseño, arquitectura y branding), Pallares trabaja alrededor de la arquitectura, la innovación y las tendencias.
Desde allí, con una visión “generalista” y no “de especialista” comenzó a imaginar los cambios necesarios para una “ciudad del futuro” que, asegura, tiene menos que ver con la inversión que con la gobernabilidad, la innovación y los acuerdos entre actores públicos y privados, sin aferrarse “a la excusa de que, como es una ciudad chica, no se puede”.
INTELIGENCIA NATURAL
La imaginativa ciudad del futuro que veíamos en nuestra infancia, asegura la arquitecta, seguramente llegará dentro de poco porque la brecha tecnológica se va achicando cada vez más, y los cambios, que antes se medían en décadas, ahora requieren de quinquenios, trienios y plazos cada vez más breves.
POR LAS CALLES DE MONTEVIDEO
Si Montevideo quiere ser una ciudad del futuro, tiene una larga lista de deberes. Algunos no dependen exclusivamente de la capital porque, según Pallares, “no hay ciudades inteligentes sin territorios integrados”, y esto abarca al resto de las comunidades, no solo al área metropolitana sino también al resto del país. Lo que sí es responsabilidad de la ciudad es tener una red de transporte público eficiente y mejorar la infraestructura y los servicios para tener una periferia con condiciones de vida digna. “Que las viviendas de interés social sean de verdad de interés social y no de especulación inmobiliaria mientras hay gente viviendo con chapas y cartones. Hay que resolver esos problemas”, dice Pallares. Y no solo eso: “Hay espacios como la rambla que en cien años no le hicieron nada. Vas a cualquier lugar afuera y hay infraestructura: decks, restaurantes, lugares cómodos para sentarte. Acá tenés un muro para tomar mate que te revienta la columna, los pavimentos no están buenos, está descuidado, no tenés sombra, no tenés iluminación, no hay buena señalización. No puede ser. Y parece políticamente incorrecto intervenir un espacio que está en un lugar privilegiado, pero la realidad es que lo disfruta todo el mundo y podría ser un atractivo turístico divino. Sin embargo, se interviene cuando se
“Con la inteligencia artificial (IA) seguramente todo escale mucho más rápido. Van a escalar las cosas buenas y las malas, y las que no están resueltas van a detonar”, piensa Pallares. La arquitecta explica que esto se debe a que “la tecnología ayuda cuando hay determinada base resuelta. Si no hay rumbo ni objetivo, por más que tengamos potencia no vamos a resolver nada. Es como un auto con el mejor motor pero sin volante. La IA, los datos, sirven si tenemos cómo analizarlos; usarlos como una herramienta para una estrategia determinada con creatividad y con resolución y objetivos claros. En función de eso sí incorporar la IA. Si usamos la tecnología, la IA y lo que se nos ocurra pero sin tener en cuenta los objetivos, no tiene sentido”. Lo que hay que hacer, en definitiva, es poner inteligencia a la inteligencia.
En su opinión, no se trata de tener una ‘ciudad inteligente’ solo por el hecho de tenerla. “Una smart city es la que realmente aporta calidad de vida a los ciudadanos. Si cuando se llena el contenedor de la basura suena una alarma; cuando la luz se optimiza y pagás menos porque solo se prende cuando pasás y ese tipo de cosas, bienvenido sea. Pero si no le aporta valor a la gente que vive ahí no sirve de nada”.
¿POR CASA CÓMO ANDAMOS?
La pregunta, desde nuestro lugar del mundo, es cuánto nos falta para llegar al futuro. Pallares dice que Montevideo, Punta del Este y en alguna medida también Colonia, vienen trabajando para acercarse a una red de ciudades “inteligentes”, aplicando ciertos protocolos de eficiencia.
Sin embargo, todavía falta.
Los procesos, explica Pallares, son largos y requieren de la sinergia entre la esfera privada y la pública y, dentro de esta, de la coordinación entre los distintos organismos que, muchas veces, hacen las mismas tareas. Para Pallares, la gestión debe ser realizada por un privado, en coordinación y diálogo permanente con la esfera pública, y necesita de un marco jurídico acorde, tan inteligente y de futuro como las ciudades que se pretenden.
“Me parece que el problema número uno que tiene todo el Uruguay es la inamovilidad de los funcionarios públicos”, asegura. “Es la causa número uno de la ineficiencia del país, de los altos costos que tiene cualquier producto acá hasta la mala gestión, que si se diera en la parte privada sería totalmente inconcebible”.
El otro gran problema, dice, es que en Uruguay toda discusión se partidiza y esto complica generar grupos de trabajo transversales eficientes o debatir con seriedad determinadas obras, dependiendo de quién es su responsable. “No se trata de decir que se hizo el Antel Arena y no se previó [hacer] equis cosa. No; deberías poder hacer el Antel Arena y lo otro, y buscar las vías para que se financien por otro lado”.
“Tenemos todo para crecer”, reflexiona Pallares. “Somos un país chico, podemos explorar y experimentar en un montón de cosas, hay talento, muchísima gente capacitada. ¿Por qué no podemos tener a la gente más equiparada, sin tantas desigualdades? Y no digo que sea Dinamarca, pero no debería haber tanta brecha, no debería haber gente buscando comida en la volqueta. Ahí se ve la smart city: aplicando la inteligencia territorial para resolver ese tipo de cosas”.