Mercado Trinidad: nueva vida con huellas del pasado
mayo 18, 2022
Por Carla Rizzotto
La antigua edificación donde funcionan los talleres municipales se convertirá en un renovado espacio recreativo, gastronómico y turístico. Los arquitectos ganadores del concurso y el intendente de Flores exponen los detalles del proyecto que jerarquizará el centro de Trinidad.
El proyecto del Mercado Trinidad se gestó con más de una razón de ser: además de ofrecer un paseo para el disfrute de los habitantes del departamento y los turistas, y brindar oportunidades laborales a emprendedores de la zona, busca ordenar y dinamizar el área central de la capital floresina.
Ubicado en Batlle y Ordóñez y 18 de Julio, el edificio del futuro paseo se encuentra frente al Liceo N° 1 y a pocas cuadras de la plaza principal de Trinidad. Actualmente funcionan allí los talleres de herrería y carpintería y los almacenes municipales, por lo que circulan a diario camiones y máquinas viales de la intendencia. “Son vehículos de gran porte que entorpecen el tránsito y no deben ingresar más al centro, salvo para algún arreglo puntual en la zona”, afirma el intendente de Flores, Fernando Echeverría.
Una vez que se definió el nuevo sitio para el realojo de dichos talleres, comenzó a evaluarse el destino del edificio conocido popularmente como el corralón municipal. “Pensamos en un lugar donde un emprendedor gastronómico o un artesano pudieran comercializar sus productos, y también donde un profesional recién recibido tuviera la posibilidad de realizar una presentación. O incluso donde pudiera instalarse alguna dependencia municipal relacionada al desarrollo local o al emprendedurismo. Y al mismo tiempo, que ofreciera una variedad de servicios y recreación para vecinos y turistas”, detalla el jefe comunal floresino.
Con esa conjunción de motivaciones en mente, y auspiciado por la Sociedad de Arquitectos del Uruguay (SAU), la intendencia convocó el año pasado a un concurso público de anteproyectos arquitectónicos para la transformación de esa antigua edificación. “Teníamos una enorme expectativa, pero si recibíamos entre diez y doce proyectos quedábamos conformes. Finalmente se presentaron 30, y todos preciosos. El jurado debió trabajar mucho para elegir al ganador”, confiesa Echeverría.
EL PROYECTO
Los cinco profesionales que integraron el tribunal resolvieron otorgar el primer premio al proyecto postulado por los arquitectos Francesco Comerci y Maximiliano García Vairo, en colaboración con Daniel Minetti, Lorena Pfister y Franco Tomaduz.
LOS MATERIALES
La estructura del edificio, de pórticos de acero, se organiza según una retícula que cubre todo el predio. Los cerramientos de las fachadas son de tres tipos: muro cortina para la fachada que mira hacia la plaza; en la cara lateral sobre la calle Batlle y Ordóñez, se combina con fragmentos del muro de la construcción original; y en el patio, una combinación de carpintería de aluminio y recubrimiento de placas de policarbonato. “Estas soluciones permiten gestionar la iluminación natural, disponiendo de las transparencias según cada caso”, se lee en la memoria del proyecto.
“Una propuesta arquitectónica es adecuada cuando confluyen distintos factores: las consideraciones propias del lugar, la relación con el entorno y un sistema constructivo apropiado para la circunstancia y el presupuesto. Nosotros no pretendemos imponerle algo al lugar, sino percibir lo que emana de las conciliaciones del lugar para otorgarle al proyecto lo que necesita”, manifiesta Comerci.
Bajo esa premisa, el proyecto se desarrolla “como una reformulación del carácter del edificio precedente: el galpón. Intentamos responder a la memoria y la preexistencia de un modo que trascienda la mera nostalgia, reinterpretando sus elementos más característicos”, destaca el arquitecto. Tanto es así que se conservan ciertos tramos del antiguo muro perimetral para exhibirlos en la nueva fachada como si fueran un cuadro u otro objeto de exposición, y se rescata un frontón de acceso de la construcción original, que convive con la renovada imagen.
La ductilidad es otra cualidad del planteo arquitectónico: “Si bien el edificio se desempeña como mercado, la idea es que pueda ser utilizado de diferentes modos en el tiempo, constituyéndose en un dispositivo multipropósito”, advierte Comerci, quien agrega que el diseño “establece relaciones espaciales claras, que pueden aceptar diferentes actividades con mínimos cambios”.
En detalle, la obra se despliega alrededor de un patio central semi pavimentado que, más allá de ofrecer un espacio abierto, facilita los intercambios de flujos de aire. Y cuando el clima lo permite, sirve para ampliar el aforo de los locales gastronómicos que se ubican sobre la planta baja, explica el arquitecto García Vairo. En ese mismo nivel se sitúan también el resto de los espacios comerciales destinados a la venta de diferentes productos. El diseño incluye un entrepiso en forma de anillo pensado para destinar a las actividades complementarias del mercado, como las de las oficinas municipales o del cowork.
A su vez, en el mismo predio se contempla la creación de una plaza pública abierta al barrio, especialmente al liceo que la enfrenta, que permita realizar múltiples actividades. Tanto este espacio como las áreas techadas son cobijados por una cubierta metálica de cuatro faldas “que tiene la capacidad de mutar en una pérgola sobre la plaza o de interrumpirse en la zona del patio, pero sin desistir de la continuidad de la estructura”, explica García Vairo.
LA INVERSIÓN
La inversión prevista para concretar el Mercado Trinidad es de casi un millón y medio de dólares, que serán financiados con recursos propios de la Intendencia de Flores. Si bien aún no se maneja una fecha concreta, “estamos soñando con poder inaugurarlo sobre fines del año próximo”, anhela el jefe comunal.