Un acuerdo singular para una industria única
octubre 17, 2020
Por Felipe Miguel
Una vez más, se rompe el molde respecto al resto de las industrias nacionales. En plena pandemia, se firmó el convenio colectivo para el sector de la construcción hasta 2023. En medio de un panorama complejo en el que muchos buscan mirar a corto plazo, ambos bandos de la construcción se estrecharon la mano para dar una enésima muestra de compromiso, lealtad y honestidad en el diálogo.
El lunes 27 de julio quedó firmado el acuerdo de Consejos de Salarios para la industria de la construcción y actividades complementarias, que regirá hasta marzo de 2023. Luego de varias semanas de negociación, los representantes de la Cámara de la Construcción del Uruguay (CCU), la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay, la Liga de la Construcción y la Coordinadora de la Industria de la Construcción del Este, llegaron a un consenso con los delegados del Sindicato Único Nacional de la Construcción y Afines (Sunca) y del gobierno nacional.
En diálogo con Construcción, Daniel Diverio, secretario general del Sunca, y Diego O’Neill, presidente de la CCU, repasaron cómo se llegó a este acuerdo, cuáles son sus aspectos más importantes y cómo impactó en su confección la pandemia por la COVID-19.
UNA NUEVA MUESTRA DE RESPETO
Con el convenio anterior vencido a finales de abril y la convocatoria realizada para casi dos meses más tarde, el escenario en el que las partes llegaron a sentarse a negociar era complejo. Diverio reconoció que “había cierta incertidumbre y preocupación” y que “fue saludable el trabajo que se hizo, en primer lugar, en el ámbito bipartito para darle la señal al gobierno de que este es el camino que siempre vamos a recorrer”. A su vez, el dirigente sindical destacó la cultura de negociación que tiene la construcción, sin la cual sería muy difícil de explicar por qué esta industria logró un convenio “que no solamente contempla aspiraciones de los trabajadores en líneas generales, sino que también tiene 35 meses de trabajo de proceso”.
O’Neill coincidió en la relevancia de la cultura de la negociación, que ya es tradicional en la construcción, y apuntó que un aspecto diferencial es que son los propios empresarios los que se sientan a negociar y no se delega esa tarea a asesores profesionales. El presidente de la CCU señaló que desde el gobierno se planteaba la posibilidad de firmar un “convenio puente” para superar la etapa de la pandemia y abrir la negociación colectiva el próximo año. Sin embargo, la industria prefirió comenzar las rondas en ese momento, a pesar de la falta de certezas que traía el coronavirus.
“El Ministerio de Trabajo fue receptivo, lo resolvió dentro del Poder Ejecutivo y nos permitió tener hoy un convenio a 35 meses que creo que es una señal muy fuerte de estabilidad y certeza para la industria de la construcción, para las obras que están en curso como UPM2, pero también para todas las inversiones que esperamos que se vayan a concretar hacia adelante. Es muy bueno saber que hay casi tres años de estabilidad sin conflictividad por la negociación y tres años para producir, mejorar la productividad y ser más competitivos. Es una señal bien importante para la actividad”, comentó O’Neill.
ESCRITO CON TINTA DE FUTURO
El punto de partida fue analizar cuál era el escenario actual de la industria de la construcción y qué se vislumbraba para el futuro próximo. “Si bien es cierto que no estábamos en niveles de ocupación de 2013 o 2014, no era de los sectores que había caído de mayor forma, fundamentalmente en período de pandemia. También fue bueno analizar que la perspectiva para adelante es de mantener el nivel de actividad y de un cierto crecimiento no muy elevado”, explicó Diverio. Por todo esto, se entendió que era legítimo el reclamo del Sunca de una fórmula que permitiera mantener el salario real de los trabajadores.
Precisamente, el salario real de mayo de 2020 será el punto de partida en cada nuevo tramo del convenio. Hubo un aumento nominal del 4,2% desde el 1º de junio. Cuando se llegue al próximo aumento, que es el 1º de abril de 2021, se verificará que el salario real no esté por debajo del valor de mayo 2020, y si está, se lo llevará hacia ahí. “Para 2021, sobre ese valor luego se aplicará un ajuste nominal que es equivalente al 90% del centro del rango meta de la inflación. En 2022 lo mismo: si es necesario, primero se corrige el salario real al mismo valor de partida de mayo 2020 y después se aplicará otro ajuste nominal, que para ese segundo año será del 100% del centro de rango meta. Cuando el convenio termine y se abra una nueva negociación colectiva, se asegurará que se parta de ese mismo salario real de mayo de 2020”, detalló O’Neill.
Otro de los aspectos que están contemplados en el convenio es que, si hubiese una caída o un crecimiento muy fuerte de la ocupación de los trabajadores de la industria, habría una disminución o incremento correspondiente del salario real. Los márgenes manejados en el documento son entre 39.000 y 52.000 trabajadores como límites de baja y alta. En la actualidad, la cifra de trabajadores del sector que se maneja es de 42.200 en junio, que tuvo un leve repunte respecto a mayo.
“Continuamente estamos discutiendo cómo mejoramos lo que acordamos en la industria. No se agota en este convenio que se firmó”.
Daniel Diverio, secretario general del Sunca
Por fuera de lo salarial, también se lograron acuerdos para crear o profundizar la tarea en diversas comisiones que aportan beneficios al trabajador, por ejemplo: una de salud y seguridad ocupacional, una de trabajo (que buscará ahondar en políticas de género, la inclusión de mujeres y personas con discapacidad en la industria), y otra que trabajará en mejoras para el protocolo de prevención de conflictos y las relaciones laborales. Además, desde 2021, las empresas del sector brindarán una campera de abrigo impermeable a los trabajadores una vez cada dos años.
También, se acordó crear un Fondo de Contingencia “que atienda solidariamente a los trabajadores de la industria en situación crítica alimenticia, de vivienda, etc.”, según indica el documento, a través de un monto de cincuenta millones de pesos en 2020, redestinando para ello lo que se había dispuesto para la CO – VID-19 en abril. En 2021, este fondo se incrementará en veinte millones de pesos, a través de la redistribución de fondos que ingresan del Banco de Previsión Social al Fondo Social de la Construcción.
MUCHO MÁS QUE UN ACUERDO
Entre los puntos destacables de todo el proceso de negociación y del documento final, Diverio remarcó la importancia del diálogo en la industria de la construcción: “No es que nos juntamos para discutir los convenios porque si no, nos tendríamos que juntar dentro de 35 meses la próxima vez. En la industria estamos continuamente discutiendo y buscando avanzar en todas las condiciones”. El dirigente sindical habló de la fortaleza de los Fondos Sociales como herramienta nacida de ese vínculo, que ha brindado soluciones y mejorado las condiciones de los trabajadores.
A su vez, apuntó que tanto los Fondos como las comisiones –las ya existentes y las que nacen a partir del nuevo convenio– requieren de una discusión diaria dinámica entre empresarios y trabajadores para buscar siempre el mejor funcionamiento. “Continuamente estamos discutiendo cómo mejoramos lo que acordamos en la industria. No se agota en este convenio que se firmó”, añadió Diverio.
“Es muy bueno saber que hay casi tres años de estabilidad sin conflictividad por la negociación y tres años para producir, mejorar la productividad y ser más competitivos”.
Diego O’Neill, presidente de la CCU
Por su parte, O’Neill resaltó que, si se miran los últimos 20 años en perspectiva, la industria de la construcción ha ido evolucionando a generar condiciones de trabajo de calidad, no solo por la remuneración sino por los equipos de protección personal o la incorporación de tecnología: “Hay una cantidad de cosas que hacen a una industria mejor y que tenemos que seguir trabajando, como los temas de género y salud. Pero en seguridad hemos mejorado mucho, los indicadores marcan un permanente descenso de siniestralidad. Son todas partes de lo mismo: hacer una industria mejor, más competitiva, pero también con puestos de trabajo de calidad”.
El convenio firmado en julio brinda una muestra más sobre los resultados positivos que trae un diálogo constante y honesto entre los actores. Un documento que conforma a todas las partes y que deja lecciones para seguir en otras ramas de actividad. La construcción se muestra, una vez más, como un rubro único en el país en cuanto a sus relaciones laborales, y sus integrantes pusieron la firma para tener varios años de estabilidad y augurios de crecimiento.