Reflexión conmemorativa
enero 25, 2021
Por Ing. Diego O’Neill, presidente de la Cámara de la Construcción del Uruguay
En el marco de la actividad por el Día de la Construcción, hablé en nombre de las gremiales empresariales. Este día no es un feriado más para el sector, no es solamente un día sin actividad. Para nosotros, es también un día para celebrar y reflexionar.
Es un día para celebrar por una industria:
- que representa casi el 10% del PIB del país.
- que explica en el orden del 8% del empleo.
- que concentra el 70% de la inversión de toda la economía.
- que cuenta con promotores que invierten en el desarrollo de miles de m² de construcción, que producen cuatro veces esa cantidad de jornales de empleo directo genuino.
- que cuenta con una capacidad instalada profesional, para dar respuesta a las obras más complejas que el país requiera.
- en la que las empresas invierten en maquinaria, equipo y nuevas tecnologías, con un ratio por encima de la media de la economía.
- que, desde 2014 cuando empezó a contar con información estadística, viene reduciendo los indicadores de siniestralidad; lo que nos impulsa a redoblar el esfuerzo para que cada operario que sale temprano al trabajo vuelva a su casa al finalizar la jornada en iguales condiciones.
- que, con sus características exigentes y muchas veces duras, avanza en la generación de empleo de calidad. Además, es un sector proactivo, que no demanda, sino que propone; que no espera pasivamente por soluciones, sino que acciona y quiere ser parte de la solución, de su construcción.
En ese sentido, en estos meses transcurridos desde que se declaró la crisis sanitaria y en el ámbito de la negociación colectiva:
- acordamos una licencia especial por la pandemia, ante una situación sin precedentes, de mucho temor y vulnerabilidad, y se apostó por una pausa ordena – da para contribuir a aplanar la curva de contagios y poder retomar la actividad de forma organizada y segura; esta licencia, inicialmente financiada con fondos públicos, al final del día será soportada en un 70% con los aportes de empresarios y trabajadores, y el restante 30% por el Estado.
- elaboramos el protocolo para la vuelta a la actividad, con intensas negociaciones durante largos días en el ámbito del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, conjugando salud y trabajo – salud y economía; todas dimensiones fundamentales en la vida de las personas, que nos ha permitido trabajar con continuidad en una nueva normalidad en las diferentes obras, manteniendo encendido este motor de la economía.
- avanzamos en la negociación salarial, primero proponiendo un camino diferente al acuerdo puente que se planteó para la mayoría de los sectores, para luego acordar un convenio colectivo a 35 meses sin aumentar el costo de construcción; que garantiza estabilidad y certeza a los inversores y desarrolla – dores y otorga a las empresas tiempo para trabajar sin conflictividad y poder enfocarse en mejorar la productividad.
En todo este proceso contamos con el respaldo del Poder Ejecutivo, algo que valoramos y queremos agradecer públicamente.
Pero este día es también propicio para mirar hacia adelante, reflexionar sobre los desafíos vinculados a la construcción que el sector enfrenta, o mejor, que el país enfrenta.
Es un sector proactivo, que no demanda, sino que propone; que no espera pasivamente por soluciones, sino que acciona y quiere ser parte de la solución, de su construcción.
El sector viene de cinco años de caída de la actividad, con la consecuente pérdida de puestos de trabajo. Lamentablemente, este año seguirá esa tendencia, acumulando seis años consecutivos de retracción. Tenemos fundadas expectativas de comenzar a revertir y retomar el crecimiento en 2021, pero no estamos exentos de la incertidumbre en la que aún se encuentra la economía nacional, regional y global por la pandemia. Incertidumbre, por ejemplo, sobre cuál será la demanda efectiva para los desarrollos inmobiliarios que el sector producirá, con los incentivos a la oferta que el Poder Ejecutivo ha perfeccionado, tanto para Vivienda Promovida (VIS) como para los proyectos de gran dimensión (GDE).
Tampoco tenemos certezas de cómo será el flujo de inversión privada de tipo productivo, nacional y extranjera; tenemos en curso la mayor inversión privada de la historia, pero necesitamos incrementar la inversión para crecer y generar empleo. No sabemos cómo evolucionará la situación de nuestros vecinos y los efectos que tendrá en nuestra economía en lo que tiene que ver con la inversión pública, que ha representado el 30% de la inversión en construcción, actualmente acotada por las restricciones fiscales. Ni con qué velocidad se irán concretando las inversiones previstas en el presupuesto quinquenal.
Y, fundamentalmente, no sabemos en qué tiempo lograremos implementar soluciones alternativas ágiles y efectivas para el financiamiento de más infraestructura que el país necesita. Porque la infraestructura física (carreteras, ferrocarriles, puertos, energía, comunicaciones, etcétera) es esencial para el desarrollo económico, la mejora de la productividad y la competitividad; y la infraestructura social (vivienda, educación, salud, servicios) para el bienestar de la población. Ambas son generadoras de empleo, tanto en la fase de construcción como en su vida posterior.
Tenemos fundadas expectativas de comenzar a revertir y retomar el crecimiento en 2021, pero no estamos exentos de la incertidumbre en la que aún se encuentra la economía nacional, regional y global por la pandemia.
Estamos convencidos de que la inversión en infraestructura tiene efecto sobre la vida de la gente en el corto, mediano y largo plazo. Por eso el título que le dimos a este encuentro: “Construcción, motor del desarrollo económico y la generación de empleo”. Sería deseable, es una aspiración del sector, que el país pudiese contar con un Plan Nacional de Infraestructura que trascienda largamente los límites de una administración, como una política de Estado. La experiencia del cambio de matriz energética es un buen ejemplo. Cuando hay planes consistentes, marcos definidos y reglas de juego claras, el sector privado se potencia y responde.
Queremos poner a disposición de las autoridades de gobierno, del país, la experiencia de las gremiales y de sus empresarios, promotores, técnicos, y también de la usina de pensamiento del sector que es el Centro de Estudios Económicos de la Industria de la Construcción (CEEIC). Nuestra intención es aportar, trabajar juntos y ayudar en acortar el tiempo de instrumentaciones, de nuevas curvas de aprendizaje, etcétera. No nos podemos permitir demoras, o no tomar en cuenta las lecciones aprendidas del pasado. El país lo necesita, hay mucha gente que no puede esperar, que necesita empleo y soluciones. Habrá que ser pragmáticos y de un menú de instrumentos para el financiamiento manejar el más adecuado para cada situación. En países como el nuestro, pasa como en las familias, que a veces hay que utilizar los instrumentos que se puede, que no necesariamente son los que se prefiere; pero lo importante es hacer.
Termino con una última reflexión, más a la interna del sector. Esta es una industria de relaciones de competencia, nuestras empresas son fuertes competidoras unas de otras; hay también relaciones de proveedor-cliente; de contratista y subcontratista; con frecuencia puede haber conflicto de intereses, es natural que así sea. Pero a la hora de hacer de la construcción un más grande y potente motor para el desarrollo económico y la generación de empleo, nos encuentra a todos trabajando juntos. Y este es también un motivo para celebrar.