Con pasaporte uruguayo
octubre 26, 2024
Proyectos de gran escala llevaron a empresas locales de la industria de la construcción a desafiarse a sí mismas y animarse a dar el salto fronteras afuera. ¿Cómo fue recorrer ese camino?
Por Alejandra Pintos
Para una empresa de un país de pequeña escala como Uruguay, pensar en jugar en las grandes ligas de la ingeniería con proyectos en Europa, Asia y otros países de Latinoamérica es una idea ambiciosa. Pero no imposible. Así lo demuestran las experiencias de algunas compañías nacionales que en las últimas décadas cruza ron la frontera para plantar la bandera uruguaya en otras latitudes. ¿Cómo fue ese camino? ¿Cuáles fueron, en un primer momento, los desafíos y las oportunidades? ¿Cuáles son ahora?
En Uruguay, una de las empresas pioneras en saltar al extranjero fue la constructora Berkes: en la década de los ochenta comenzó un proceso de internacionalización que hoy la lleva a proyectar que, en el corto plazo, la mitad de su facturación provendrá del exterior. Tal como explicó su director general, Ing. Diego Aramendía, a Construcción, la empresa tiene cinco divisiones (Energía, Construcción, Industria, Eléctrica y Vialidad) y los cimientos de su salida al exterior se encuentran en el área de energía, con tecnologías propias ‒algunas incluso patentadas‒ usadas en la construcción de plantas de combustión de biomasa.
“A partir de los 2000 toma más dinamismo la salida al exterior, estableciendo primero una empresa en Brasil y después una en Chile, vinculada al área de energía. En 2008 realizamos el primer proyecto en Europa, nos quedamos y establecimos una oficina en Madrid”, recordó Aramendía.
El hito más importante, en ese sentido, llegó en 2021 cuando adquirieron la prestigiosa empresa danesa Burmeister & Wain Energy (BWE) y su filial en India, ambas especializadas en proyectos de gran escala de combustión de biomasa. “Eso nos abrió más puertas y nos dio un empuje adicional a lo que veníamos haciendo en Europa con crecimiento paulatino”, subrayó.
HISTORIA COMÚN
La trayectoria de Berkes es meritoria, pero no un caso aislado. En los últimos treinta años en Uruguay hubo grandes proyectos de ingeniería, hitos que desafiaron a las empresas locales llevándolas a innovar y desarrollarse en diferentes áreas. Las tres plantas de celulosa, el viaducto de la Rambla Portuaria, el Ferrocarril Central y la Central Termoeléctrica Punta del Tigre, entre otras obras, demandaron cientos de millones de dólares, toneladas de concreto y miles de horas hombre.
La contracara de ese fenómeno de profesionalización es que las empresas uruguayas crecieron y quedaron con ganas de más, pero las obras de gran escala no son frecuentes en Uruguay. Por el contrario, por la naturaleza del país ‒el más peque ño de la región‒ estos proyectos son una rareza.
En ese contexto, mirar más allá de las fronteras para capitalizar el aprendizaje obtenido se convirtió en una atractiva oportunidad.
Así lo explicó hace unos meses el director ejecutivo de Ingener, Daniel Vázquez, cuando habló con Construcción sobre las oportunidades de desarrollar la producción de hidrógeno verde en Uruguay. “En el caso de las empresas de la construcción, que estos proyectos de punta se establezcan acá nos permite, después, que nos reciban en otros países porque ya tenemos la experiencia como empresa uruguaya que vivió el proceso y ya tiene un reconocimiento. Esto lo vivimos con ejemplos prácticos en la primera transición energética; nos pasó a nuestra empresa y a otros colegas. Es un tema de conocimiento y know how”, dijo Vázquez.
En la misma línea, Aramendía afirma que “hubo un impulso fuerte” a proyectos de gran porte cuando, en 2006, se aprobó una ley que le permitió a los privados generar energía eléctrica y venderla. En ese momento “surgieron proyectos eólicos, solares y a biomasa; en varios de los proyectos de biomasa participó Berkes. Pero pasados esos años ya no hubo mucho más espacio para proyectos de biomasa en Uruguay”. El ‘problema’ fue, a la vez, oportunidad y desafío: se había adquirido el expertise, pero no había dónde aplicarlo.
“Es cierto que Uruguay es un merca do reducido, entonces no abundan los proyectos grandes para el área industrial como montajes mecánicos, una planta de celulosa o una ampliación de la refinería de Ancap. No hay una actividad industrial tan grande en Uruguay para sostener un volumen de trabajo alto. Entonces, naturalmente se busca trabajo en la región”, ejemplificó Aramendía. En el caso de Berkes, ese primer em puje generado por la ley de 2006 les “permitió generar referencias para replicarlo en otras partes del mundo, en particular con el salto a Europa vía España, con un esquema similar a esos proyectos uruguayos”.
Así, pues, fue en ese contexto que empresas constructoras uruguayas como Berkes, Stiler, Saceem e Ingener ‒que habían acumulado know-how valioso de la mano de los más exigentes clientes globales presentes en el mercado local‒ decidieron iniciar un proceso de internacionalización.
MIRAR MÁS ALLÁ
Para Aramendía se trata de un movimiento necesario, inevitable, para constructoras que buscan continuar creciendo. De hecho, en una entre vista en mayo de 2023 con Forbes Uruguay, el presidente de Berkes, Pablo Bocchi, aseguró que la facturación anual de la empresa pasó, en los últimos 25 años, de un millón de dólares a 200 millones. Hoy la mitad proviene de sus negocios en el exterior y proyectan que, en el corto plazo, el mercado internacional pase a ser el mayoritario. En su caso, esto se debe principalmente a su división de Energía, donde cuentan con tecnología especializada en plantas de biomasa.
Obras como la Central Térmica de Punta del Tigre y las tres plantas de celulosa llevaron a las empresas locales a desarrollarse en diferentes áreas. En un mercado limitado, sin embargo, para capitalizar ese aprendizaje obtenido se hace necesario evaluar la internacionalización.
“Para nosotros ha sido un proceso que nos ha profesionalizado muchísimo. Nuestros clientes son clientes muy grandes y muy fuertes: energéticas como EDF – Électricité de France, que es quien maneja la energía eléctrica, incluyendo todas las plantas nucleares de Francia; en España estamos trabajando para Engie, otro grupo energético enorme; en Alemania para Getec”, cuenta el ingeniero, a la vez que señala que “los clientes internacionales en su exigencia te ayudan a mejorar, pero [esto] también ha sucedido en Uruguay con clientes como UPM o Lumin, que están acostumbrados a trabajar con los más altos estándares. Con los procesos de las plantas de celulosa, empresas como la nuestra se han desarrollado y han mejorado para poder darle mejor y más servicios”.
En este camino, la adquisición de talento se presenta como otro de los grandes desafíos. “Es una de las mayores limitaciones que tenemos: para crecer necesitamos gente muy especializada”, explica Aramendía. Para muchos de los proyectos en los que las empresas uruguayas trabajan en el extranjero se precisan profesionales de ramas tan diversas de la ingeniería como ingenieros mecánicos, civiles, eléctricos, entre otros. Por supuesto, también arquitectos especializados. En ese contexto, encontrar profesionales uruguayos que ya cuenten con esa experiencia es difícil. Existen, sí, pero no son los suficientes como para satisfacer la demanda.
Así, pues, una opción es, por su puesto, capacitar y formar profesionales en ese know-how dentro de las propias empresas. Sin embargo, es innegable que esa ruta no se forja de la noche a la mañana. “Tratamos de hacer escuela también, de formar gente, pero eso lleva su tiempo”, menciona Aramendía, a la vez que explica que mirar hacia el pool de talento internacional se hace necesario. “La contratación de personal capacitado sigue siendo un desafío: no egresan tantos ingenieros como son necesarios para ofrecer servicios al exterior y eso obliga a las empresas uruguayas a salir a buscar personal a otros países. Es por eso que también contratamos profesionales de países como Argentina o Venezuela buscando un expertise acorde a la naturaleza de los proyectos en los que se trabaja”, comenta el director de Berkes.
¿SELLO URUGUAYO?
Uruguay como país aún no tiene suficiente camino recorrido como para hablar de un ‘sello’ de calidad en el sector a nivel internacional. Hacerse un nombre toma décadas, no años. Ir a Europa, Norteamérica o Asia y competir con empresas locales en esos países implica un desafío. Por la distancia, son pocos los clientes que eligen viajar a Uruguay para comprobar el nivel del trabajo de las compañías de nuestro país. “Los primeros proyectos son los más difíciles”, aclara Aramendía, “una vez que empezás a generar referencias en Europa, los clientes van a chequear la calidad de lo que hiciste, cómo funciona, si está bien diseñado y ahí es que te validan”.
Otros recursos para empezar a generarse un portafolio en el extranjero pueden ser aliarse con empresas dentro de los países donde se desea desembarcar o asociarse con compañías de determinadas nacionalidades que ya cuentan con esa ‘marca país’ y son reconocidas por su tecnología y alto nivel de ingeniería (como podrían ser Francia o Alemania). En el caso de Berkes, comenta Aramendía, el comprar una empresa de ori gen danés les dio un mayor impulso para acceder a nuevos clientes. Poco a poco, los trabajos en el exterior se fueron acumulando y eso allana la ruta para presentarse a nuevos llamados.
“Uno tiene que pensar con qué propuesta de valor sale, de qué manera va a competir, con qué herramientas y en qué mercados. Nosotros no salimos a cualquier lugar con cualquiera de nuestras divisiones, tenemos una estrategia”, aclara el ingeniero. En esa línea destacó que, por ejemplo, lo vinculado al rubro energía “sí tiene una diferenciación clara, un conocimiento bien específico dentro de ese sector y en nuestro segmento particular no hay tantos jugadores”.
En el caso de construcción, eléctrica y montajes mecánicos, Aramendía advierte que se debe ser “un poco más cuidadoso”, dependiendo de a dónde se pretenda ir a competir “porque la diferenciación es mucho más baja”. Sin embargo, aclara que “los proyectos importantes que se han dado en el país han generado ciertos conocimientos para empresas uruguayas que, en base a eso, pueden ir a competir, sobre todo a la región, por ejemplo a Paraguay y Perú. Sería muy difícil competir en construcción en Europa o Asia, pero hay potencial para buscar oportunidades en la región”, concluyó. Sin lugar a duda, los primeros pasos siempre son los más difíciles, y esos ya fueron dados.