El músculo que ayudó a soportar la crisis
septiembre 17, 2020
Por Felipe Miguel
La situación era muy clara: había que actuar o padecer. La pandemia del coronavirus estaba comenzando a demostrar que Uruguay no era inmune y la construcción tomó cartas en el asunto. Entre grandes miedos y una perspectiva incierta, la industria acordó licencias extraordinarias y abordó la situación a través del uso de una herramienta que demostró, una vez más, que es un ejemplo de la unión de fuerzas bien aplicada: los Fondos Sociales de la Construcción.
El viernes 13 de marzo se declaró la emergencia sanitaria en Uruguay. El lunes siguiente, la Cámara de la Construcción del Uruguay (CCU) ya se había reunido con el Sindicato Único de la Construcción y Afines (Sunca). Acto seguido, también se reunieron con integrantes del Poder Ejecutivo. No había tiempo que perder. Ignacio Castiglioni, responsable del Departamento Legal, de Gestión Humana, Seguridad y Salud en el Trabajo de la CCU, dijo a Construcción que el abordaje tripartito era necesario “ya que la preocupación que hacía a los integrantes era, primero, la salud de los trabajadores de la industria y cómo responsablemente podíamos dar una primera atención al caos generalizado que esto implicaba por desconocimiento, tanto de los componentes de la industria como del común de los ciudadanos”.
Para el 20 de marzo ya se había realizado un primer acuerdo, por el cual se estableció una licencia extraordinaria hasta el 5 de abril sin goce de sueldo –que se acoplaba a la ya acordada en setiembre de 2019– para el “personal de obra incluido en el Decreto-ley Nº 14.411 que se encontrara dentro de la estructura de salarios de los Acuerdos de Consejo de Salarios activos en BPS al 16 de marzo”. Debido a que los trabajadores no generarían salario, se acordó el pago de una partida extraordinaria de 16.505,52 pesos, que tendría aportes del Poder Ejecutivo, los empresarios y los Fondos Sociales.
También se fijaba el 13 de abril como fecha de retorno a la actividad, lo que le daba a la industria varios días de ventana que ayudaban a mitigar el contagio y a encontrar el protocolo ideal para el reintegro. “Los Fondos fueron un pilar sustancial para viabilizar el pago de esta licencia extraordinaria y complementar la misma, y su músculo permitió canalizar y llevar adelante la asistencia en el pago de esta partida a más de 3.000 trabajadores, número que después va a tener un reintegro al Fondo, pero asistió a un común de trabajadores con una necesidad clara y permitió cerrar ese primer acuerdo de licencia extraordinaria. Los Fondos Sociales fueron parte y actores centrales en esa asistencia”, agregó Castiglioni.
UNA CIFRA QUE FUE UN MOTOR
Los acuerdos del protocolo se firmaron en dos partes, el 1º y el 11 de abril. Además de fijar las medidas sanitarias para que se pudieran retomar los trabajos en las obras, en este último texto apareció sobre el papel uno de los hechos más relevantes del tratamiento de la emergencia sanitaria en el sector: la partida de 50 millones de pesos provenientes de los Fondos Sociales, que ayudarían a financiar las coberturas de los trabajadores que no alcanzaran los requisitos para ser asistidos a nivel económico por la seguridad social.
Este dinero sirvió para cubrir a quienes no tenían la antigüedad previa necesaria y los amparaba el seguro por enfermedad pero no recibían un ingreso; o a los mayores de 65 años que no cumplían con los 75 jornales previos para ser atendidos por la seguridad social. También se buscó atender a quienes presentaban enfermedades prevalentes, pero este ítem estaba atado a una resolución del Poder Ejecutivo que iba en la misma línea pero que todavía no ha visto la luz. “Hemos tratado de buscar una solución y asistirlos provisoriamente, tratando de que tenga un resultado a nivel nacional porque estamos a la espera del decreto que no sabemos si va a salir”, señaló Castiglioni.
Además, con este monto se estipuló la entrega de miles de canastas compuestas por productos de primera necesidad, tanto alimenticios como de higiene, con un peso total de 40 kg cada una. Desde la CCU estimaron que cerca de 5.700 canastas ya fueron entregadas desde que empezó la pandemia. La Cámara consideró que la participación de los Fondos Sociales de la Construcción era “necesaria y fundamental, ya que uno de sus cometidos es atender la situación del trabajador y su familia en distintos aspectos”, según explicó Castiglioni.
Cabe destacar que la cifra de 50 millones fue acordada por las partes involucradas en los Fondos, y que también se dispuso de forma conjunta una duplicación del aporte a los tres Fondos Sociales por cuatro meses, de carácter patronal y personal. Esto sirvió no solo para que el monto destinado a esta situación especial no altere el funcionamiento normal de los Fondos, sino también para que toda la industria de la construcción colabore con el Fondo Solidario COVID-19 creado por el gobierno. Además, hay que señalar que los Fondos continuaron trabajando con sus menesteres habituales a lo largo de todo el proceso, atendiendo las necesidades esenciales de los trabajadores del sector, teniendo que relegar por un tiempo la parte recreativa y educativa, acoplándose a cómo se estaba comportando el resto del país.
SALIR AIROSOS DE LA TORMENTA
La influencia del aporte de los Fondos Sociales fue fundamental para superar la pandemia y ser de los primeros sectores que retomaron el trabajo en el país. Jorge Pazos, director ejecutivo de la CCU, se refirió a cómo fue el proceso interno de la Cámara para procesar estas decisiones. Pazos dijo a Construcción que “en estas situaciones no es bueno y no se debería esperar la solución por parte del gobierno cuando tenés la posibilidad de solucionarlo en tiempo real; hay que se pragmáticos y solucionarlo”. De todas formas, aclaró que, al comienzo del brote del virus en Uruguay, se miraba al sector con mucha desconfianza debido a las medidas de avanzada que estaba tomando respecto al resto del país. “Con el diario del lunes, la construcción fue fantástica: se tiró al agua primero, salió primero, no tuvimos ningún caso cuando nos testearon y llevamos dos casos de personal de obra que además no contagiaron a ningún compañero de trabajo. Esto no es un dato menor, tuvimos dos, pero que esos dos cumplieran los protocolos y no contagiaran a sus compañeros indica que hay un compromiso de ambas partes de hacer las cosas bien”, apuntó.
“En estas situaciones no es bueno, no se debería esperar la solución por parte del gobierno cuando tenés la posibilidad de solucionarlo en tiempo real; hay que ser pragmáticos y solucionarlo”.
Jorge Pazos, CCU
Pazos destacó dos particularidades del sector que hicieron posible que esto saliera bien: el diálogo entre empresarios y sindicatos, y la existencia de una herramienta fuerte como los Fondos Sociales “que te permiten actuar por decisión propia de las partes”. “Acá no necesitamos que opine nadie: fuimos con una solución y el Ejecutivo acompañó. Esa fortaleza que tenemos en momentos normales para dar préstamos para vivienda, para brindar capacitación, para dar artículos escolares, etcétera, en momentos de crisis se reconvierte para tratar de solucionarle los problemas más urgentes a la gente”, añadió.