Radiografía a la oferta y demanda de ingenieros civiles en Uruguay
noviembre 20, 2023
Hace años que en Uruguay y el mundo entero se habla de la escasez de ingenieros civiles. La industria de la construcción sabe de esto y cada vez capta talentos en años más tempranos de su formación. Entre luces de alerta y llamados a “desdramatizar”, profesionales y responsables de la educación dialogaron con Construcción sobre un tema que tiene mucho menos de mito que de realidad.
Por Jorge Costigliolo
¿Es un mito o una realidad decir que en Uruguay faltan ingenieros civiles? ¿Por qué? ¿Qué tan escasos estamos respecto de los países de la región y los principales países del mundo? Estas preguntas fueron el disparador para esbozar una radiografía sobre la situación de los ingenieros civiles en Uruguay.
En busca de dilucidar el panorama, Construcción dialogó con representantes de las distintas facultades de ingeniería del país tanto en la educación pública como privada, así como con la Asociación de Ingenieros del Uruguay.
MIRADA INICIAL
En primera instancia ‒y a grandes rasgos‒ los entrevistados coinciden en que, efectivamente, la sensación de que hay una escasez de ingenieros tiene un asidero en la realidad. “Faltan gran cantidad de ingenieros en el país; y en particular eso también sucede con los ingenieros civiles”, explica el decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Montevideo (UM), Martín Tanco. “La construcción suele ser cíclica”, agrega, “con períodos de grandes demandas como el actual, pero, también, con tiempos de baja demanda en los que hay más dificultad para conseguir trabajo. Esto ha llevado a que muchas empresas contraten alumnos de hasta tercer año para comenzar a formarlos e introducirlos a sus empresas como planes a mediano y largo plazo”.
Para el decano de la Facultad de Ingeniería (FING) de la Universidad de la República (UdelaR), Pablo Ezzatti, “el mercado laboral es fuerte en todas las áreas [de la ingeniería]” y considera que la situación, en el mediano plazo, “va a golpear más fuerte en las carreras donde el sector productivo tiene ofertas más tentadoras”.
En ese mismo sentido el director del Instituto de Estructuras y Transportes de la FING, Gonzalo Cetrángolo, afirma que “faltan ingenieros para la necesidad del mercado” porque “la cantidad de egresados se mantuvo en los últimos 15 años, pero la industria de la construcción ha crecido muchísimo, y nosotros no acompañamos con la producción de ingenieros en la medida que requiere el sector”.
Ezzatti aporta otro dato: si bien la cifra de egresados de ingeniería civil se mantiene (unos 50 al año), en el último quinquenio cayó drásticamente la matrícula: del pico de 300 estudiantes que ingresaron en 2015 se pasó a apenas 145 alumnos en el primer semestre de 2023. Y, aunque menor (solo un 3% anual, según Tanco), ese descenso también se percibió en la UM, la única universidad privada que cuenta con la carrera de ingeniería civil.
Claro que los datos son más duros para nuestro país si se los compara con países europeos. Mientras que en Uruguay hay cerca de cinco ingenieros cada 1.000 habitantes, España cuenta con 15,7 y Alemania con 20,4. «Si vas a Argentina, Chile, Brasil, estamos entre un tercio y la mitad. Depende de cómo se mida, porque son sistemas distintos, pero estamos por debajo de cualquier guarismo», detalla Ezzatti.
La falta de ingenieros, sin embargo, no es una problemática que ataña únicamente a Uruguay, sino que “es un problema global que ha sido reportado en los distintos foros”, dice Tanco. “Esta ausencia de profesionales preparados para el mercado laboral genera también una competencia interna entre las diferentes ramas de la ingeniería. Por ello, hoy estamos viendo que muchos ingenieros civiles se están especializando en análisis de datos, excelencia operacional y programación, que los lleva a migrar hacia otras tareas fuera del rubro”.
FILTRO IMPLACABLE
Para el director del Instituto de Estructuras y Transportes de la FING, la carrera de ingeniería civil pierde atractivo frente a otras ramas de la ingeniería que ofrecen no solo buenas remuneraciones sino beneficios extra, como el trabajo remoto. Sumado a eso, explica Cetrángolo, hay una dificultad mayor para los estudiantes que no llegan con una buena preparación desde la enseñanza media en áreas como matemática.
Ezzatti sostiene que en los últimos tiempos ‒pero especialmente desde la pandemia‒ los nuevos alumnos llegan con carencias en esos conocimientos, por lo que “el avance en los primeros años está siendo mucho más difícil. Si bien Civil bajó, la matrícula en la facultad aumentó, y no es que estamos atendiendo mejor a los estudiantes, porque cada vez hay más, el presupuesto es el mismo y la formación del liceo viene debilitada”.
La amplia deserción en los primeros años de facultad es otro de los desafíos presentes en este contexto. Más del 70% de los abandonos en las carreras de ingeniería se dan en los primeros dos años de estudio, menciona Tanco. Para apoyar a los alumnos en los primeros semestres, Tanco señala la personalización de la educación a través de asesores asignados a los estudiantes. En el caso de la Universidad de la República, para evitar la deserción en la FING, Ezzatti apuesta a reeditar el Fondo de Fomento de las Ingenierías (FFI), que podría facilitar la atención en el inicio y el final de la carrera para incentivar el contacto con el sector productivo.
En Uruguay hay cerca de cinco ingenieros cada 1.000 habitantes; entre un tercio y la mitad de los que hay en Argentina, Chile o Brasil.
Ya en el campo de lo laboral, el presidente de la Asociación de Ingenieros del Uruguay (AIU), Martín Dulcini, también entrevistado para este artículo, seña[1]la que “el filtro” de los primeros años de carrera hace que los egresados, “con buena formación”, sean más aptos y tengan “el nivel adecuado para poder trabajar con cualquiera”, tanto en el país como en el exterior.
A CIENCIA CIERTA
Esta falta de ingenieros en todas las especialidades es un tema que preocupa por igual tanto a la academia como a la industria.
Justamente, la AIU viene llevando adelante un Observatorio de Ingeniería, cuyos resultados se conocerán a fines de este año, para “bajar a tierra” las cifras del sistema educativo y las necesidades del mercado. Con el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) y la Cámara de la Construcción, Dulcini explica que este trabajo busca conocer “qué cantidad de profesionales tenemos, cuáles son sus especialidades, qué edades tienen. Saber cuál es el flujo de los que entran y los que salen como profesionales, en qué rama. Con esos números, hacer entrevistas a distintos grupos de interés de la ingeniería para tener una devolución. ¿Hay pocos ingenieros civiles? Sí, hay pocos. A ver, necesitamos más; ¿cómo hacemos? ¿O reciclamos los que tenemos?”.
Desde la FING se destaca el buen diálogo con los actores de la industria y con las universidades privadas. En ese sentido, mencionan el éxito que tuvo el Fondo de Fomento a las Ingenierías, un plan que la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) puso en marcha en 2018, y que alcanzó a la UdelaR, la UM, la Universidad ORT y la Universidad Católica del Uruguay.
La Asociación de Ingenieros del Uruguay está llevando adelante un Observatorio de Ingeniería, cuyos resultados se sabrán a fines de este año, con el objetivo de conocer las cifras del sistema educativo y las necesidades del mercado.
Tanco también apunta que el fondo “ha sido una gran iniciativa a nivel país, que ha derramado impacto en la calidad académica de las carreras. Ha permitido, también, generar diversas instancias de cooperación entre cuatro facultades de ingeniería del país y ha servido para trabajar juntos muchas dificultades que tenemos todas las facultades en pos de lograr cambios que impacten a nivel país. El proyecto se ha terminado y actualmente nos encontramos buscando financiación para una nueva edición del fondo”.
Más allá de todas las propuestas institucionales que puedan darse, el gran trabajo es seducir a las nuevas generaciones de estudiantes. Dulcini señala que la ingeniería civil no tiene un buen marketing y que es preciso “venderla mejor”: “Sacar a los estudiantes a las obras, que vean la realidad”.
En la misma línea, Tanco considera que, “hoy en día, es necesario convencer a los jóvenes con vivencias prácticas del impacto que genera la ingeniería civil y despertarles la ilusión de generar los cambios posibles con esta carrera”.
Por su parte, Cetrángolo coincide en el enfoque de dotar a la carrera de una mejor comunicación y de generar interés en los posibles estudiantes. Ezzatti tiene la misma opinión, pero señala, además, que la falta de ingenieros debe considerarse un “tema país”: “Tiene que haber una unión entre el sistema político y actores de peso en todas las áreas y tomar medidas que generen incentivos para que las cosas sucedan”. La necesidad existe y corresponde construir una respuesta.