La renovación de una industria centenaria
abril 26, 2023
Dieciocho meses de obra y una inversión cercana a los 40 millones de dólares tomó construir la recientemente inaugurada nueva planta a pie de cantera de Cementos Artigas en Minas. Ahondamos en cómo esta construcción de última generación permite sumar eficiencias y trabajar en la sostenibilidad de los procesos dentro de una industria que apunta a nuevos estándares medioambientales.
Por Jorge Costigliolo
Durante más de cien años, los minerales extraídos de la cantera en Minas de Cementos Artigas viajaban más de 110 kilómetros hasta su planta en Sayago para ser industrializados y, luego, comercializados. Hasta el pasado 19 de enero, cuando se escribió un nuevo capítulo en esta historia centenaria al inaugurarse la nueva planta a pie de cantera en Minas, departamento de Lavalleja. Este hito representó, para la empresa, un desafío múltiple: no solo por la magnitud de la obra, en consonancia con la tecnología más actual y la sustentabilidad del presente y el futuro, sino por la gestión de recursos humanos y el compromiso con el mantenimiento de todos los puestos de trabajo.
“Cementos Artigas tiene más de cien años en el país”, dijo a Construcción el director general de la empresa, Federico Gutiérrez. “Como pionera, y durante varias décadas del siglo XX, fue la única que fabricaba cemento a nivel local. Esa dinámica industrial minera se dio a través de dos polos productivos: uno instalado en Minas, donde está el yacimiento de donde se extraen los minerales, y una planta industrial en Sayago, en Montevideo. Durante más de un siglo la operación se dio de esa manera: trasladando los minerales de Minas a Montevideo para industrializarlos”.
Con los años la dinámica se fue modificando, pero se mantenía en Montevideo la planta de molienda y despacho. “Es evidente que la vocación del barrio ha ido mutando a una vocación de uso más residencial. Eso nos llevó a considerar el hecho de mudarnos”, comentó Gutiérrez.
A ese aspecto se sumó la necesidad de evolucionar hacia procesos de producción más efectivos, por lo que la empresa resolvió invertir en una nueva planta de molienda en Minas, a pie de cantera, de modo de unificar todo el proceso. “Un factor fundamental fue considerar la sostenibilidad ambiental, social y económica de la empresa, y por eso instalamos una planta de molienda y un despacho de última generación, que tiene mínimos ratios de consumo de energía. Estamos bajando cerca del 40% el ratio de consumo de energía en la molienda. Eso demuestra la vocación ambiental del proceso, que es mucho más eficiente” señaló el director.
La puesta en marcha de la planta generó, además, un “impacto importante en los costos”, que redunda beneficioso “en un mercado extremadamente competitivo”.
EL DESAFÍO DE LA SOSTENIBILIDAD
La nueva planta de Cementos Artigas tiene un potencial de producción de 800.000 toneladas al año, casi el total de la demanda interna anual. Para su operación se debió incorporar un molino vertical de cemento, un silo multicelular, un despacho a granel de alta productividad y un moderno sistema de gestión de residuos.
CRECIMIENTO CON DESARROLLO
La inauguración de la nueva planta de Cementos Artigas, en Minas, contó con la presencia del presidente de la República, Luis Lacalle Pou; el ministro de Industria, Energía y Minería, Omar Paganini; el subsecretario de la cartera, Walter Verri; jerarcas de los ministerios de Transporte y Obras Públicas, Ambiente y Economía y Finanzas y autoridades departamentales de Lavalleja. En su intervención, Lacalle Pou destacó que la empresa, durante la pandemia, en un momento en el que “no había optimismo”, resolvió presentar un proyecto a la Comap (Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones) que otorga exoneraciones fiscales para quienes inviertan en el país, y valoró el “reconocimiento del trabajo en equipo” por parte de la compañía.
En la obra, que la firma denominó Proyecto Integrados, se emplearon 700.000 horas/hombre en la construcción, se utilizaron 1.700 toneladas de equipos y estructuras metálicas, y 8.000 metros cúbicos de hormigón. El tiempo de ejecución de la obra fue de 18 meses –en plena pandemia– y demandó la mano de obra de unos 400 trabajadores. El total de la inversión, considerando los traslados y la maquinaria nueva, alcanzó los 40 millones de dólares.
Esta inversión, apuntó Gutiérrez, tiene su contrapartida en el ahorro neto en los costos del flete, pero también en su impacto ambiental, dado que se reduce alrededor del 12% de las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de los procesos de transporte.
En el mismo sentido, la nueva planta asume el reto de ser sostenible en un mundo en el que la industria cementera es señalada como una de las más contaminantes. “El sector construcción, en su conjunto, tiene un impacto total en las emisiones de CO2 del planeta cercano al 40%. El propio sector tiene una deuda y un desafío por delante que es descarbonizar, bajar el impacto ambiental. De ese 40%, la industria del cemento es responsable del 6%. Esos son los números reales. Todo el sector tiene un desafío”, sostuvo Gutiérrez, que adelantó que la empresa tiene una hoja de ruta hacia 2050, con un mojón en 2030, para que su hormigón sea neutro en carbono.
“En 2030 se va a alcanzar buena parte de esa meta”, agregó. “Por eso creemos que es importante que el sector construcción empiece a valorar a empresas y a suministradores de productos básicos que hacen este tipo de inversiones, que tienen una hoja de ruta y que toman el problema de una manera proactiva y planificada, con vocación de sostenibilidad”.
LIDERAZGO RESPONSABLE
Para Gutiérrez, otro valor agregado de la nueva planta, junto a la optimización de los recursos y la descentralización, es el compromiso de mantener todos los puestos de trabajo.
“El tema social es parte de la sostenibilidad, que fue central en el proyecto”, subrayó. “En Minas generamos un gran incremento del PIB, circunstancialmente en la construcción, pero también con el traslado de varias familias de Montevideo a Lavalleja”, con el impacto en la economía local que eso conlleva.
“Tenemos el orgullo de haber suministrado a las principales obras: la totalidad del hormigón para la obra de UPM, la más grande y de mayor complejidad en la historia del país, suministramos el cemento para los durmientes del ferrocarril central y para el nuevo viaducto del puerto de Montevideo, pero también fuimos suministradores del cemento para el Palacio Salvo y la represa de Rincón del Bonete, por ejemplo”, detalló Gutiérrez. Con esta obra, una de las cementeras más tradicionales del Uruguay marca el camino hacia la búsqueda constante de mejoras en el comportamiento ambiental dentro de un rubro que enfrenta grandes desafíos ligados a la sostenibilidad.