Levitá
Protagonistas

Ing. Diego O'Neill, ex presidente de la Cámara de la Construcción del Uruguay. (Fotos: Pablo La Rosa)

Diego O’Neill, a la cabeza

abril 26, 2023

Casi cuarenta años han pasado desde que Diego O’Neill fuera representante del orden estudiantil en el primer consejo directivo de la Facultad de Ingeniería tras la dictadura. Hoy, luego de dejar la presidencia de la Cámara de la Construcción del Uruguay, está al frente de la Confederación de Cámaras Empresariales. Recorremos junto a él su historia como ingeniero, empresario, bolso y padre de seis hijos.

Por Carla Rizzotto

La chance de aprender de los grandes maestros suele ser para unos pocos, y Diego O’Neill la tuvo por partida doble. La primera fue mientras estudiaba ingeniería civil en la Universidad de la República: “Fui uno de los tres representantes del orden estudiantil en el primer consejo directivo de la facultad luego de la caída de la intervención militar. El ingeniero don Julio Ricaldoni [figura icónica de la FING, que hoy tiene una fundación con su nombre] se había reintegrado como decano y compartí dos años de consejo con él”, recuerda quien por aquel entonces tenía 24 años y Ricaldoni, 79.

“Era un hombre de una bondad y una transparencia destacables”, expresa. Para ilustrarlo trae a la memoria una anécdota que lo marcó: “En una sesión del consejo directivo se planteó el cese de un docente que había colaborado con la represión a estudiantes durante la dictadura y, antes de la votación, don Julio explicó que había revisado en su corazón para estar seguro de que en su decisión no había ningún resentimiento ni ánimo de revancha ya que él había estado preso (dos veces), y dijo que votaba objetivamente por los motivos que estaban puestos sobre la mesa. Fue un momento muy emotivo y de mucha enseñanza para los que éramos jóvenes”.

La segunda chance se dio un par de años más tarde. O’Neill estaba recién recibido cuando le llegó la propuesta de trabajar en la empresa Dieste y Montañez, fundada por los ingenieros Eugenio Montañez y el mismísimo Eladio Dieste. “El puesto se lo ofrecieron a Omar Paganini [actual ministro de Industria, Energía y Minería]. Pero Omar era ingeniero industrial, entonces me preguntó si me interesaba”, detalla quien tenía vínculo con Paganini ya que también integraba el trío estudiantil de aquel consejo posdictadura.

Dieste estaba mundialmente consagrado a esa altura; ya había creado obras emblemáticas como la Iglesia San Pedro en Durazno o la Iglesia de Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes en Atlántida (declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 2021). En su paso por la firma, O’Neill se apostó en Nueva Palmira, Colonia, junto a un equipo del estudio para levantar un silo horizontal de la empresa Corporación Navíos con la silueta inconfundible y el material fetiche del ingeniero: una bóveda de cerámica armada.

“Tenía una mente superior, era un fuera de serie. No lo veía a diario porque yo estaba como residente en la obra de Nueva Palmira. Con quien sí tuve la suerte de compartir todo ese año fue con el capataz de la firma, el italiano Vittorio Vergalito, una persona muy importante para Dieste. Porque él, como ingeniero, tenía la inquietud de las construcciones a partir del ladrillo, y Vittorio, como albañil artesano, era quien la ponía en práctica. Eso le permitía ir experimentando, aprendiendo y avanzando”, relata quien tomó esos doce meses de trabajo en Dieste y Montañez como un posgrado inigualable.

EN CASA

 Aunque le ofrecieron seguir vinculado al estudio, O’Neill prefirió continuar su camino profesional en Ceaosa, la constructora cimentada por su padre Eduardo (ingeniero civil) y su tío Alberto O’Neill (arquitecto) en 1962. “Si vamos al origen, la firma acumula más de setenta años de actividad en el rubro de construcción porque nació en 1950 bajo otra razón social”, acota el menor de seis hermanos, cuatro de los cuales tuvieron una transitoria experiencia laboral en la empresa de la familia. El único que perseveró fue Diego.

Asumió la dirección a poco de ingresar, “papá ya estaba grande y cansado”, asegura quien lleva 32 años al comando de la constructora. “Cuando entré, la empresa era mucho más chica. Tuvimos un gran desarrollo luego de la crisis de 2002, que nos pegó muy duro; a partir de ahí comenzamos un proceso de profesionalización de la gestión y la organización”, relata.

Quizás en otra empresa equis hubiese cumplido un rol más técnico ‒algo que lo seducía en los comienzos de su carrera‒ y no tan orientado a lo comercial, la gestión o el relacionamiento con los clientes, funciones propias de un empresario. “Pero la dinámica de la empresa me fue llevando por acá y estoy contento”, afirma el ingeniero.

Cuando no está envuelto en compromisos laborales o gremiales es probable que a O’Neill lo encuentren en una cancha de fútbol. Es hincha a muerte de Nacional ‒comparte palco con una barra de amigos‒ y va al estadio “religiosamente”. Si no es en el Parque, puede que ande en el complejo deportivo del colegio Seminario cuando se juega el torneo de Papi-fútbol. Aunque un problema en la pierna lo ‘jubiló’ de la línea defensiva, Diego sigue ligado a su equipo como director técnico. “No tengo presiones de quién entra y quién sale. Es un ambiente distinto, más para divertirse que para competir, por la edad que tenemos todos”, detalla.

Ceaosa, la empresa constructora de la cual O’Neill es director hace más de tres décadas, fue fundada por su padre Eduardo (ingeniero) y su tío Alberto (arquitecto). Justamente, el nombre de la compañía es un acrónimo para la frase “Construcciones Eduardo y Alberto O’Neill SA”.

Para los días complejos, nada funciona mejor que andar en bici o desenchufarse viendo una serie junto a su esposa, Cecilia. “La conocí cuando yo tenía 18 años. Hace 34 años que estamos casados, toda una vida”. De esta unión nacieron seis hijos: Magdalena, Mariana, Sofía, Celina, Pedro y Clara. ¿Fue una decisión planificada tener seis hijos viniendo él de una familia de seis hermanos? O’Neill comenta que no fue pensado bajo esa premisa. “Son los que tuvimos, pero indudablemente la familia grande me gusta, es muy rico, muy entretenido, muy divertido; siempre hay movimiento, no te aburrís nunca”.

ECHARSE A ANDAR

Cuando le propusieron ser el presidente de la Cámara de la Construcción del Uruguay (CCU) en 2018 era consciente de que el rol le demandaría bastante dedicación: con el diario del lunes detalla que durante sus dos mandatos ‒de dos años de duración cada uno‒ repartió el tiempo semanal en partes iguales entre la gremial y la actividad privada. También sabía de antemano que asumiría el liderazgo poco antes de celebrarse los 100 años de la cámara (2019), por lo que tendría que presidir eventos como la Asamblea y LXXX Reunión del Consejo Directivo de la Federación Interamericana de la Industria de la Construcción y la gala en el Teatro Solís en el marco del centenario.

MIRADA A LA INDUSTRIA
¿Cómo ve O’Neill la industria de la construcción actualmente y cómo la proyecta a futuro? “La industria atraviesa un momento bueno de actividad, hay mucha inversión privada y está habiendo más inversión pública en estos últimos años de la administración respecto de los primeros”, dijo el ingeniero, para luego detallar que “hasta ahora tuvimos la inversión de UPM, que ya termina y se va a sentir; la del Ferrocarril Central también. Pero hay un nivel de inversión en la economía y cuando eso sucede, hay buen nivel de inversión en la construcción. La construcción explica cerca del 70% de la inversión de la economía, entonces el escenario es bueno. Mirando hacia adentro, la industria está muy bien porque los grandes proyectos de los últimos 15 años ‒como las plantas de celulosa, la central combinada de Punta del Tigre y otras ‒ han ido levantando la capacidad instalada y de gestión de las empresas. La industria es un capital importante que tiene el país”.

Y si bien confiesa que en un principio no estaba tan convencido, finalmente aceptó: “Nunca tuve aspiración de ser presidente de la cámara y temía no estar del todo preparado para el cargo. Pero lo que me convenció fue la vocación de servicio: poder trabajar por la industria y el desarrollo de las empresas del sector; y por la insistencia de Ignacio Otegui [su predecesor], que me persuadió hasta decir que sí”, asegura entre risas. Lejos de querer desandar el camino recorrido, evalúa la experiencia como muy positiva.

Aunque sobre el final del segundo periodo empezó a sentir que ya era hora del traspaso de banda, para que su sucesor pudiera “abrir las ventanas y renovar el aire”, le hubiera gustado despedirse con dos proyectos funcionando antes de otorgarle el mando al flamante presidente de la CCU, Ing. Alejandro Ruibal. Uno es el programa de apoyo para hijos de trabajadores de la construcción con problemas de adicción, que está aprobado y pronto comenzará a funcionar; y el otro es la impulsada agencia de infraestructura, que si bien ha tenido buena receptividad en las autoridades nacionales aún no tiene certezas de su concreción. “Ojalá que así sea porque marcará un antes y un después en la inversión en Uruguay”, comenta.

NUEVOS AIRES

Acostumbrado a la acción y a los roles de liderazgo, ahora tiene nuevos desafíos por delante como máximo referente de la Confederación de Cámaras Empresariales, puesto para el que fue electo el 14 de marzo pasado. “Es otra changa para la cual también me convencieron”, admite riendo. O’Neill es el primer presidente de la organización vinculado a la industria de la construcción. “Quizás la diversidad de temas es mucho mayor [por nuclear a distintas cámaras], pero la dedicación horaria y la exigencia es menor porque no posee toda la actividad propia de una gremial sectorial”, explica.

Y así como un día él asumió el papel de su padre en la empresa familiar, ahora se prepara para transferirles el legado a sus hijos. Ya hay dos representantes de la tercera generación de los O’Neill trabajando en Ceaosa, un estudiante de ingeniería y una contadora, y no descarta nuevas incorporaciones del clan en un futuro. “Todavía sigo activo, me quedan unos cuantos años más, pero desde hace un tiempo venimos trabajando en una sucesión ordenada. El proceso tiene sus complejidades y particularidades porque se mezcla la gestión empresarial con la familia y hay que cuidar esos dos ámbitos bien importantes”. En definitiva, la rueda sigue girando.

Estudio Comas

¿Cómo impactaría en la construcción la eliminación de las AFAP?

Según cifras de @CCU_Oficial, en los últimos 10 años las AFAP invirtieron US$ 2.215 millones en proyectos de infraestructura. Esto equivale a unos 3.600 puestos de trabajo directos por año.

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Qué pasa con las obras de infraestructura en Uruguay, quién financia, el lío del plebiscito y qué se puede hacer https://www.elpais.com.uy/negocios/noticias/que-pasa-con-las-obras-de-infraestructura-en-uruguay-quien-financia-el-lio-del-plebiscito-y-que-se-puede-hacer?utm_medium=social&utm_campaign=elpaisuytw&utm_source=Twitter

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"Mecanismos de contratación y financiamiento de proyectos de infraestructura"

Debaten: Magdalena Perutti, @PabloRosselli, Sebastián Ramos, Fernando Jiménez de Aréchaga Jr. y @FabianIbarburu.
También participan, por CCU, @A_Ruibal y @PazosAcevedo y, por CEEIC, @AlfonsoCapurro.