Luis Lazo, el general ingeniero
abril 16, 2024
Se formó como militar e ingeniero civil y de ambos títulos estaba orgulloso. Defensor de la democracia, estuvo preso en el Penal de Libertad más de una década. Con una notoria solidez técnica y marcada vocación de servicio, trabajó en la actividad privada y más tarde ocupó distintos cargos públicos. A meses de su desaparición física, vaya este homenaje al amigo, colega y compañero Luis Lazo.
Por Carla Rizzotto
Desde la ventana de su celda en el tercer piso del Penal de Libertad, inaugurado en los años setenta para recluir a presos políticos durante la dictadura, Víctor Rossi alcanzaba a espiar la cocina donde funcionaba la panadería de la cárcel. Desde allí veía aparecer a diario a una cuadrilla de cinco o seis presos políticos, liderada por uno de ellos, con la encomendada tarea de construir un horno, un horno enorme.
Si bien pasó meses enteros pendiente del avance de esa obra, el exministro de Transporte y Obras Públicas jamás se cruzó con ninguno de esos reclusos porque no compartían el mismo núcleo dentro de la cárcel. Sin embargo, veinte años después, las vueltas de la vida hicieron que aquel preso que comandaba la construcción del horno se volviera un referente indiscutido de su gestión: el ingeniero Luis Lazo Vázquez.
Se vieron cara a cara por primera vez cuando el entonces recién electo presidente Tabaré Vázquez los convocó para trabajar juntos en la cartera de Transporte a partir de marzo de 2005: a Rossi como titular y a Lazo como subsecretario, que en ese momento era director de Desarrollo Ambiental de la Intendencia de Montevideo. “Cuando nos encontramos en el ex Hotel Presidente, donde estaba el búnker de Vázquez, tuvimos la oportunidad de hablar del horno. Más de una vez conversamos sobre eso, era como una fortaleza”, recuerda Rossi.
La Bruja Lazo ‒como le decían‒ nació en Capilla de Cella (Canelones) el 21 de junio de 1936, pero se mudó a la capital uruguaya para cursar la Escuela Militar. De ahí egresó con el grado de alférez de Artillería como parte de la promoción 1956 “General Melchor Pacheco y Obes”. Diez años más tarde obtuvo otro título, el de ingeniero civil en la Universidad de la República.
Frenteamplista de ley, y señalado como uno de los “soldados del general (Líber Seregni)” en alusión al fundador del Frente Amplio, en el 73 ostentaba el cargo de teniente coronel cuando fue desafectado de las Fuerzas Armadas. Un tribunal de honor lo declaró comprendido en el límite de la “descalificación por falta gravísima” del reglamento. Se oponía al golpe militar. Fue pasado a reforma por “circunstancias de orden político e ideológico” ‒según detalla una posterior resolución presidencial‒ y detenido hasta 1985 en el Penal de Libertad.
A pesar de eso, siempre se sintió orgulloso de pertenecer al Ejército, coinciden los entrevistados en esta nota. “Hasta el último minuto reivindicó su condición de militar, aún con las discrepancias radica les que expresaba”, resalta Ros si, quien en ciertos momentos y en un tono simpático pero respetuoso lo llamaba comandante. En 2010 logró que le aprobaran su retiro como general tras acogerse a la ley de reparación jubilatoria para los funcionarios desafecta dos durante la dictadura.
UN SERVIDOR
Si no fuera por el ingeniero Lazo, hoy no existiría el anillo perimetral. Lo reconoce el propio Rossi, quien como ministro impulsó la construcción de esa carretera en el cinturón metropolitano. “Era una obra importante del primer gobierno [de Vázquez]. Había que salir del estancamiento y poner en marcha una ruta que se había estudiado por veinte años, y a la hora de concretarla siempre aparecía algún ‘pero’. A su vez era un gran desafío por la resistencia a las expropiaciones que debían hacerse para la obra; sin embargo, queríamos terminarla en ese mismo período”, relata.
SALVAR LA MEMORIA
En la Ruta 1, a la altura del kilómetro 52.500, se erige un portal entreabierto de quince metros de alto que lleva escrito los nombres de los 2.872 presos políticos detenidos entre 1972 y 1985 en el Penal de Libertad (o Establecimiento Militar de Reclusión N° 1). Se trata de un memorial que homenajea a los reclusos y a los familiares que los visitaban. La obra fue impulsada en 2016 por la Asociación de Ex Presos Políticos de Uruguay (Crysol) y financiada por varios ministerios, entre ellos el de Transporte y Obras Públicas. “Además de formar parte del jurado que seleccionó el proyecto ganador, Lazo colaboró como ingeniero para su concreción luego de algunos problemas técnicos que surgieron. Así que fue también hacedor y salvador del memorial”, afirma Víctor Rossi.
“Yo iba los domingos con mi se ñora a recorrer la obra, pero Lazo estaba ahí todos los días. Fue el responsable de su ejecución, de punta a punta”, admite el ex jerarca. El compromiso con el cual asumía cada proyecto, desde el más trascendente hasta el de menor alcance, y su capacidad para solucionar problemas eran dos virtudes que lo caracterizaron. Pero si hay algo que lo definía de punta a punta era su vocación de servicio a la comunidad.
“Le interesaba lo que le pasaba a la gente; por eso ayudó a resolver muchos problemas desde los cargos públicos que ocupó: saneamiento, carreteras, puentes e innumerables intervenciones en busca de soluciones técnicas y creativas para mejorar la calidad de vida de las personas”, asegura su colega, excompañero de trabajo y amigo Alejandro Ruibal, quien lo escuchó expresar su satisfacción por haber servido a la sociedad durante más de dos décadas.
Antes del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) había formado parte del equipo del intendente Mariano Arana en sus dos gobiernos municipales. Luego, cuando José Mujica asumió la presidencia en 2010, pasó a liderar la Dirección Nacional de Vialidad, mientras que en el segundo período de Vázquez volvió a trabajar con Rossi, pero esta vez como asesor. Finalmente, en 2017 se sumó al equipo de la Dirección de Obras de la Intendencia de Canelones y allí permaneció hasta el día de su muerte, el 28 de diciembre pasado.
Ruibal lo conoció en Saceem, antes de su rol público. Lazo trabajaba en esa empresa de ingeniería y construcción al momento de ser detenido por la dictadura. “La noche que salió de la cárcel, después de doce años, volvió a trabajar a Saceem”, relata quien desde el primer momento lo consideró un referente. “Al principio el vínculo fue profesional. Respetaba su capacidad para encontrar soluciones, muy inteligente, y de gran sencillez y sentido común a la hora de aplicar su tarea”.
Esa admiración profesional se transformó luego en un vínculo de amistad. Quizás por los treinta años de edad que le llevaba, Luis era su consejero o un amigo con un gran sentido paternal. “Era genero so, solidario, ayudaba a toda la gente sin ningún miramiento. Jugaba en todas las canchas: podía tomarse una grapa en el barcito más humilde y un whisky etiqueta azul en un lugar refinado. Tenía unos valores altísimos, como he visto en pocas personas, y eso que conozco muchas”, enumera Ruibal.
El humor irónico, por momentos ácido, era otro de sus sellos. Para hacerse una idea, “en Saceem había una unidad de negocios con la sigla RTI, que significaba Redes de Telecomunicación e Información. Yo era el jefe de esa unidad, entonces él me decía que en realidad significaba: Ruibal trepador incansable”, se ríe. Así como él bromeaba a otros, también bancaba estoico cuando le tocaba. “Era muy ingenioso y observador. Siempre estuvo al lado mío y al final de su vida yo también pude estar a su lado. Se me fue un gran amigo”, se lamenta.
REFERENTE PROFESIONAL
Existe un fenómeno en la ingeniería conocido como “efecto Renard”, que se produce cuando, por ejemplo, una arena pierde su consistencia y parece entrar en ebullición. “Si le preguntás a 100 ingenieros qué es, 99 no lo saben. Hace años estábamos por hacer un puente en Solís y el gerente de la empresa me advirtió que tuviera cuidado con el efecto Renard. No había Google en ese momento, entonces le pregunté a Luis y me lo explicó por arriba. Al otro día llegó con un libro donde se detallaba ese efecto y cómo mitigarlo”, rememora el ingeniero Andrés Rico, quien cada vez que surge algo complicado piensa “es el efecto Renard” e indefectible mente recuerda a Lazo.
Era un referente de consulta; estudioso y memorioso. “Cada vez que surgía una duda él recordaba un libro sobre ese tema”, acota Rico, que entró en el 85 como pasante a Saceem, con un Lazo recién reincorporado luego de su liberación. Con el tiempo forjó un vínculo personal que se extendió hasta los últimos días. De hecho, un mes antes de su muerte, Rico organizó un almuerzo con un grupo de excompañeros de la compañía y, a pesar de las dificultades físicas para trasladarse, Lazo no se perdió el encuentro.
Le gustaban las reuniones; las plantas, tenía varias sobre su escritorio de trabajo; los cigarrillos armados; y el suplemento sobre Arquitectura del diario Clarín de los viernes. El amor de su vida fue su esposa Graciela Aguerre.
Así como se exigía a sí mismo, también lo esperaba del resto. “En Ombúes de Lavalle (Colonia) se estaba haciendo una obra donde había que desencofrar un techo de bóveda. Sin celular ni videollamada. El capataz de la obra le decía que estaba sacando los puntales y bajaba mucho el techo. Visto desde afuera, parecía que se caía, pero él había calculado que debía descender 27 centímetros. Y así fue. Aún a la distancia, era f irme en sus decisiones, y tenía coraje profesional” destaca Rico.
No hablaba mucho sobre su pasado en el Penal de Libertad, quizás solo alguna anécdota con los más íntimos. Sin embargo, cada tanto usaba términos propios de la jerga carcelaria como biorsi (baño). “Voy al biorsi”, soltaba. Tampoco sentía rencor por los años de encierro. Es cierto que tenía convicciones políticas muy firmes, pero eso no lo distanciaba de las personas con afinidades partidarias diferentes a las suyas, coinciden Ruibal y Rico. Por el contrario, solía defender su postura y escuchar la de su interlocutor con total respeto.
Luis Lazo fue ejemplo de profesionalismo para sus colegas y para el sector. Un hombre que sirvió a la sociedad con acciones y convicciones. Su forma de vivir, siempre generosa y humana, dejó una huella imborrable en sus familiares y amigos. Un protagonista inolvidable que construyó una mejor industria y aportó para una mejor sociedad.