Ubaldo Camejo, un constructor que dejó huella
octubre 26, 2024
El 18 de agosto pasado, a los 90 años, falleció el presidente honorario de la Liga de la Construcción del Uruguay, don Ubaldo Camejo Braida, un hombre que construyó no solo obras y edificios, sino también relaciones, confianza y una comunidad unida por la pasión alrededor de la industria.
Nacido en una familia rural cerca de Atlántida, don Ubaldo Camejo aprendió desde joven el valor del esfuerzo y la importancia de supe rar las adversidades. Cuando una plaga de langostas en la década del treinta destruyó las cosechas y dejó a la familia en la ruina, Camejo se vio obligado a crecer antes de tiempo. Encontró en la mecánica industrial una carrera que le permitió, desde los 14 años, poner manos a la obra. Y vaya si lo hizo: con el paso de los años, su pequeño taller de herrería, que empezó bajo una higuera con herramientas básicas, se convirtió en una empresa que llegó a emplear a más de 100 personas y a participar en la construcción de obras a lo largo y ancho del Uruguay.
“A este hay que preguntarle en qué obra no trabajó”, le dijeron alguna vez durante una reunión entre colegas. Y es que Camejo dijo presente en un sinfín de proyectos emblemáticos para el país, desde la represa de Salto Grande hasta el primer Aeropuerto de Carrasco. Pero lo más valioso para él no fueron las cifras ni los logros, sino el bienestar de su gente. “Ja más me hicieron un paro”, decía con orgullo, y no era casualidad. Don Ubaldo había estado del otro lado del mostrador, sabía de las dificultades de sus trabajadores y, por encima de todo, siempre los trató con respeto y humanidad.
Pero fue su rol como presidente de la Liga de la Construcción del Uruguay el que mejor capturó su esencia como líder. Asumió la presidencia por primera vez en los años noventa, y luego volvió a dirigirla en 2007. En ese espacio don Ubaldo canalizó su sensibilidad y su compromiso con los pequeños empresarios y trabajadores del sector. La Liga representaba, en su mayoría, a unipersonales o empresas con unos ocho o diez empleados, muchos de los cuales habían empezado como obreros, igual que él.
Ya jubilado, siguió ofreciendo su tiempo y su experiencia a jóvenes emprendedores que lo buscaban para pedir consejo. A los ochentaylargos, con una dedicación incansable, no dejó nunca de asistir a su oficina en la Liga.
Durante su presidencia, la Liga se convirtió en un espacio donde se luchó por mejores condiciones para los pequeños empresarios, donde se defendía el trabajo digno y se promovía el bienestar de los trabajadores. A pesar de haber experimentado personal mente las dificultades que trae el liderazgo en tiempos de crisis, como la huelga de 1993 y la crisis del 2002, don Ubaldo nunca flaqueó en su compromiso con el sector. Supo proponer, negociar, consensuar y pactar.
Ya jubilado, siguió ofreciendo su tiempo y su experiencia a jóvenes emprendedores que lo buscaban para pedir consejo. A los ochentaylargos, con una dedicación incansable, no dejó nunca de asistir a su oficina en la Liga. Por su disposición y presencia permanentes también fue entrevistado muchísimas veces en las páginas de esta revista. Fue protagonista de la historia reciente de la industria y, a pesar de la edad, se mantuvo activo y vigente sin abandonar la participación gremial.
Su legado permanece vivo no solo en las obras que ayudó a levantar y en las personas que tuvieron la suerte de trabajar junto a él, sino también en lo que hoy es el espíritu de esta industria. Más allá de ser un constructor de edificios, Ubaldo Camejo fue un constructor de comunidad.
Desde la Cámara de la Construcción del Uruguay rendimos homenaje a don Ubaldo Camejo Braida y enviamos un afectuoso y agradecido saludo a toda su familia y al equipo de la Liga de la Construcción del Uruguay.